LA CABECERA DE ACONCAGUA VIVE LA PEOR TEMPORADA DE RIEGO EN 15 AÑOS

23 de febrero de 2023, Los Andes, San Esteban, Calle Larga, Rinconada, Santa María y San Felipe. Ante nueva resolución de la Dirección General de Aguas y tras 9 meses de aplicarse la actual regla de reparto, la primera sección de la cuenca del Aconcagua ha vivido la peor temporada de riego en 15 años. Debido a esta medida, se ha visto gravemente damnificada, perdiendo sus miles de regantes -en su mayoría usuarios INDAP- gran parte de sus cultivos de porotos, tomates, choclos, sandías, melones, duraznos, uvas, entre otros, el trabajo de todo un año.

 

“En esta zona del Valle de Aconcagua, históricamente y por más de 100 años, hemos vivido, en gran parte, de los cultivos en planos, y hoy, por una nueva regla de reparto -la que consideramos incorrecta en varios aspectos de base- se beneficia a los nuevos cultivos en ladera, privilegiando los derechos de agua de los paltos de Panquehue, mientras acá somos devastados y abandonados” señalan los regantes, cansados y abatidos, tras estos difíciles meses.

 

ERROR DE BASE, INEQUIDAD Y DESPROPORCIÓN DE LA REGLA DE REPARTO

 

  1. En 1985 fue declarada agotada la cabecera de Aconcagua. La regla de reparto no considera el agotamiento de esta fuente ni sección, privilegia los derechos río abajo a costa de una fuente agotada.
  2. Considera el agua de la cabecera como la única de la cuenca. Habiendo otras que originaron a las demás secciones (esteros, río Putaendo, afloramientos, subterráneas…) por lo tanto, correspondería medirlas y sumarlas en el balance y así hacer un correcto reparto. “Chacabuquito no es la única fuente, ni le corresponde cargar con toda la cuenca. El reparto debe hacerse, sí, pero correctamente. Donde todos aporten y la afectación sea equilibrada
  3. Beneficia los cultivos en cerros por sobre los planos. Hay una inequidad en el agua por hectárea: mientras a la primera y tercera sección se les otorga 1,3 l/seg a la segunda se le otorga 2,8 I/seg. Es decir, más del doble.
  4. No se hace cargo de la cantidad de agua que tienen río abajo en su interior (superficial y subterránea) ni de la redistribución de éstas, hay inequidad: Panquehue tiene agua, mientras Catemu y Llay Llay están secos, al igual que la cabecera.

 

“Las injusticias han sido devastadoras, el valle se ha ido secando en estos meses y las pérdidas son insalvables. Y, lo más triste es que se siguen tomando medidas desproporcionadas, con errores de base, en desmedro de miles de familias, sin dimensionar los daños causados. Se necesita redistribuir, pero a partir de una línea base correcta, para que la medida -que debería aminorar la sequía- no la siga aumentando en la primera sección”